Cuarenta y cuatro

Pesadilla



He hecho en sueños lo que no quería hacer despierto. Te he gritado, y me has gritado. Me has echado cosas en cara, y te he devuelto el golpe, mucho más fuerte. Me insultaste con todos tus problemas, que yo ignoraba; a cambio, te escupí con todas aquellas tonterías que no te soportaba, las que se aguantan estoicamente, no por aguantar, sino por aprender a amarlas.

Todo era un teatro, operístico, visceral. Hiperactuábamos con unos papeles que no se correspondían con nosotros mismos, pero que sí eran sinceros, que eran reales. Me alegro de que se haya producido dentro de mi cabeza, y no fuera.

Hay veces en que no es bueno dejar salir lo que hay oculto dentro; da miedo sólo de pensarlo. A base de golpes, aprendí a mantener la boca cerrada, y a sopesar lo que se dice, antes de decirlo. Así, con cuidado, se pueden disparar letras que hagan mucho más daño.

3 comentarios:

Gato negro dijo...

En bancos de piedra y paseos al anochecer entendemos juntos la vida.Que continúe por mucho tiempo.
Las pesadillas no son más que eso.

GATO NEGRO

Decadence dijo...

A veces es inevitable sacar lo que hay dentro... Yo consideraría una pesadilla el que no saliera, el que se quedara allí dentro conmigo y mi soledad.

Anónimo dijo...

Si no lo dejas salir, ¿Dónde lo metes? Y lo que es peor ¿Con quién acabas descargándolo?