Vamos a empezar.
¿Con qué?
Ya has empezado antes, muchas veces; no debería ser tan difícil, ¿verdad? Haz una lista.
Empieza por el soldadito paracaidista. El naranja, con el paracaídas blanco. El discreto.
O las cuatro estaciones encerradas en ampollas de cristal.
O la puerta de colores, desgarrada.
O tu cojín rojo nuevo, que estás bastante contento con él.
Habla de las estrellas de plástivo, o de los ruiseñores sobre los fusiles; de los clavos del suelo o del quejido del somier; de lo verde y lo marrón o del amarillo y el negro; de las dos puertas del armario, o de la tercera.
¿Con qué?
Ya has empezado antes, muchas veces; no debería ser tan difícil, ¿verdad? Haz una lista.
Empieza por el soldadito paracaidista. El naranja, con el paracaídas blanco. El discreto.
O las cuatro estaciones encerradas en ampollas de cristal.
O la puerta de colores, desgarrada.
O tu cojín rojo nuevo, que estás bastante contento con él.
Habla de las estrellas de plástivo, o de los ruiseñores sobre los fusiles; de los clavos del suelo o del quejido del somier; de lo verde y lo marrón o del amarillo y el negro; de las dos puertas del armario, o de la tercera.
1 comentario:
O de lo mucho que te quiere a pesar del hielo, las brasas, el queso o el whisky.
Señores, este animal no tiene instinto científico alguno. Pero, a cambio señores, pueden ver otra cosa. Miren, este hombre no come más que guisantes desde hace tres meses.
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