Veinte

Pobre Julia... Me da tanta pena cómo murió... De eso hace ya toda su vida, otra vez. Ahora tendría mi edad, pero sigue prisionera en su cárcel de espejo, en su reflejo al margen del tiempo. Juega con el polvo, y los rayos de sol que se filtran a través de los maderos viejos del techo. Siempre que la veo con esa sonrisa me pregunto cómo se verá la luz en un reflejo...


Mucha gente supo que murió: "fue horrible..." "tan joven, menuda desgracia..." y así; más adelante, creyeron saber cómo murió, pero se equivocaban. Julia no murió asfixiada por una almohada mientras dormía; murió cuando, a través de la tela y las plumas, consiguió distinguir el olor rancio del tabaco, la cerveza y el sudor de su padre. Fue en ese mismo instante cuando la tristeza le paró el corazón.

5 comentarios:

alZhu dijo...

Pero qué tragedia... morir de tristeza es la muerte peor.

Un beso.

Eva Bntz dijo...

lo mejor es no morir, si le hubiera dado una patada en los huevos...

Aura dijo...

No hay peor crimen que el del progenitor porque niega la misma vida que ha dado.

Un saludo.

kay dijo...

Es simplemente genial... "nadie" se queja con un gruñido bajo de que no hago extensible el texto comentándolo.

Es precioso; que el corazón se pare a causa de la tristeza, y la idea... me encanta; gracias

lluvia de emergencia dijo...

- estoy triste
- necesitas pensar en otras cosas, cuídate, ponte esa bonita falda granate y sonrie a todo el mundo por la calle
- lo intento
- jo, pero intentalo fuerte
- tokio ya no nos quiere y es dificil pensar en otra cosa