Cuarenta y siete

Tengo ganas de llegar a mi tierra, a mi mar. De sentarme en la arena, en las rocas, y oír el arrullo de las olas, su invitación constante a saltar, a hundirme, a flotar, y a empezar de nuevo. Como decía la canción "el mar me llama como un lobo hambriento".

Hace mucho que no estoy desnudo en el mar; tanto, que me apetece más que estar desnudo en tu cama, contigo.


Y eso que te quiero. Ya sé, ya sé: no te conozco. Pero no me importa, porque te quiero de forma consciente; porque quiero quererte. Y porque creo que te lo mereces. Me da esa impresión, vaya.

Pero aún así, me debo al mar, a las olas y su espuma; al salitre y al óxido; a las algas y las conchas; a la arena y a las piedras. A la vida, y a la muerte.


3 comentarios:

Elena -sin h- dijo...

En unos días volveré a oler el mar... y tengo tntas ganas...

E dijo...

Definitivamente, los que lleváis sangre en las venas y salitre en las arterias sois diferentes ; )

O me da esa impresión, vaya.

Gato negro dijo...

Una vez hablamos sobre la idea de ser parte de un todo, de la perfección de cada segundo. es posible, que tú seas parte perfecta del mar, que tu complemento sea volver a él, para volver a empezar una y otra vez la vida, o la muerte.

GATO NEGRO