Ochenta y Cuatro

El polvo. El polvo se acumulaba, acolchando la superficie. Gráciles volutas brillaban y resplandecían al sol, antes de posarse es silencio, solemnemente.


Sus dedos dejaban surcos de luz,de madera reluciente en barniz. Horadaba la superficie del tiempo acumulado, olvidado, con una promesa.






Si no limpiaba esa suciedad, su alergia terminaría matándole.

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