Seis

Se desespereza en la cama; sobre todo, estira las piernas, hasta que las rodillas se le meten para dentro, con un leve chasquido que le hace sonreir. Se da media vuelta, y escucha la música del despertador. No importa qué es lo que suena -del heavy metal al jazz-, que vuelve a cerrar los ojos y a dormirse hasta que suena el despertador del móvil. Vuelve a girarse y lo apaga. Cierra los ojos. Duerme.

Se despierta sobresaltado -alguna parte de alguna canción que alguna parte de su mente asocia a algún recuerdo particular-, y abre los ojos mucho. Se incorpora un poco, y en dos tiempos, para ver la hora en la pantalla del despertador. Sabe que no es la hora que marca, porque el despertador está adelantado algunos minutos (¿cinco, diez?) respecto al móvil, que también tiene un adelanto -¿cinco minutos? ¿diez?- respecto al estándar horario. Se incorpora del todo, se pone el pijama y se calza unas chanclas, para ir al baño.

Desconecta la alarma con los ojos pegados -¿cómo es que todavía no le ha saltado nunca, ni dormido ni borracho?-, que hace un ruido increíblemente molesto y punzante en sus aletargados oídos, y pasa al baño. Enchufa la ducha, y deja que caiga el agua hasta que hierva, y le escalde la piel. Se mete, y sale al rato, más despierto y, desde luego, más cocido.


No hay comentarios: